Pintura mural de la necrópolis de Tebas que muestra un barco egipcio propulsado a vela y remo. Data del comienzo del Imperio Nuevo, hacia el siglo XVI a.C.
Después de cuatro siglos de navegación exclusivamente fluvial, los faraones emprendieron el salto a la navegación marítima cuando fue necesario competir comercialmente con los fenicios. Los egipcios entablaron contra los Pueblos del Mar el primer combate naval de la historia, la batalla de Pelusio, y sentaron las bases de las futuras embarcaciones militares griegas, así como de las técnicas de combate.
Desde el inicio del Imperio Antiguo, hacia 2680 a.C., los egipcios tenían conocimiento de la existencia de los fenicios, un pueblo costero que por entonces preparaba sus primeras expediciones comerciales. Los fenicios hicieron varios viajes a las costas de la desembocadura del Nilo (distante unas 250 millas náuticas de la costa central fenicia) durante los primeros cinco siglos del Imperio Antiguo. Gracias al contacto con los fenicios, los egipcios supieron de la existencia de otros de otros pueblos al norte y al este, ya que durante la II dinastía (anterior al Imperio Antiguo) establecieron relaciones diplomáticas y comerciales con los navegantes de Biblos; esta ciudad estaba situada en la costa del actual Líbano, capital comercial de los fenicios y uno de sus puertos más importantes.
El faraón Sahure se enfrenta al mar
Alzado de uno de los primeros barcos que ordenó construir el faraón Sahure para la que se conoce como la primera expedición naval militar de la historia. Se aprecia el cabo que, por la parte superior, discurría alineado con la línea de crujía, y que evitaba el quebranto excesivo.
La relación entre egipto y fenicios fue irregular y se alternaron periodos de intenso intercambio comercial con otros de clara competencia. Esta rivalidad llevó a Egipto, en su época de mayor expansión, a acometer el gran salto hacia la navegación marítima, un hecho histórico que aconteció durante los veintiún años de reinado de los dos primeros faraones de la V dinastía, Userkaf y Sahure. Por aquel entonces, los maestros de ribera egipcios habían comenzado a probar en el mar las embarcaciones de madera de sicomoro y de acacia. El principal problema de estas naves, que se propulsaban de forma mixta a remo y a vela, era que no disponían de esqueleto "quilla y cuadernas", por lo que provocaban serios problemas a la hora de conseguir una adecuada rigidez longitudinal que les permitiera resistir los fuertes embates del oleaje. Los carpinteros egipcios idearon un sistema a base de ligazones transversales y un cabo longitudinal dispuesto de proa a popa, que hacía de quilla invertida y que se tensaba con un tortor que daba vueltas a los cordones. Este sistema fue muy eficaz para aportar rigidez al casco, y permitió que el faraón Sahure se planteara, hacia el año 2480 a.C., preparar la que sería la primera expedición naval militar de la historia. El faraón Sahure ascendió al trono en 2491 a.C., cuando murió Userkaf, fundador de la V dinastía. Implantó el culto a Ra, dios solar de Heliópolis, que se convirtió en la religión oficial del estado. Con Sahure se construyó el templo solar de Abusir y aumentó considerablemente la influencia de los grandes sacerdotes y de los altos funcionarios en el gobierno. Sahure ordenó a sus mejores carpinteros de ribera que construyeran ocho naves capaces de navegar hasta los puertos fenicios. Decenas de obreros se pusieron a trabajar en las riberas y en la desembocadura del Nilo con las mejores maderas de acacia y sicomoro que se pudieron encontrar en todo Egipto. Fueron las primeras naves egipcias que se construyeron provistas de una cubierta adaptada para la navegación marítima, de forma que ofrecía protección a los tripulantes contra las embestidas del oleaje. Disponían del clásico tortor, que garantizaba el mantenimiento del quebranto dentro de unos límites de seguridad razonables, e iban impulsados por 14 remeros. No está clara la intención de Sahure, pero la opinión más aceptada por los historiadores es que ordenó que su escuadra atacara en las costas de Siria a los ricos mercaderes fenicios, quienes por entonces todavía no se habían aventurado a surcar las aguas del Mediterráneo occidental y se dedicaban exclusivamente a la navegación de cabotaje. La expedición fue un éxito: los ocho barcos egipcios avanzaron costeando y regresaron con muchos prisioneros y un importante botín. La expedición de Sahure impresionó a los pueblos fenicios, y fue un revulsivo para que este pueblo de comerciantes decidiera abrirse al Mediterráneo a lo largo de los siglos siguientes.
Sahure ordenó construir muchos más barcos. Habia nacido la Marina rgipcia, que fue desarrollándose progresivamente hasta 1500 a.C. Durante aquella extensa época, las relaciones entre los pueblos egipcio y fenicio fueron de mutua colaboración y muy fructíferas para ambos países. No es de extrañar que a finales del siglo XV a.C aparecieran naves mercantes tripuladas por fenicios representadas en muchos frescos de las tumbas egipcias. Los fenicios disponían de una valiosísima materia prima: el cedro. Este era el árbol que proporcionaba la mejor madera para construir barcos de toda la costa del Mediterráneo oriental, y la poderosa industria artesanal egipcia fabricaba muchos objetos con los que los mercaderes fenicios comerciaban en el resto del Mediterráneo. Los egipcios disponían también de gran cantidad de grano procedente de cosechas muy regulares, ya que las condiciones meteorológicas locales lo permitían; por ello, cuando otros pueblos vivían restricciones por las sequías o las plagas aniquilaban sus cosechas, el grano egipcio era una solución.
El precursor del canal de Suez
Existen fundadas teorías que aseguran que los egipcios llegaron a construir un canal que unía el Nilo con el golfo de Suez en el mar Rojo, aunque algunos historiadores no estén de acuerdo con ellas. Según esta hipótesis, hacia el año 2000 a.C., bajo el reinado de la XI dinastía, los egipcios vieron la importancia estratégica y económica que supondría extender sus rutas marítimas hacia los dos mares que bañaban las costas de sus territorios africanos: el Mediterráneo y el mar Rojo. La situación geográfica del valle del Nilo, con el mar Rojo al este y el Mediterráneo al norte, les llevó a la idea de convertir el cauce del río en una vía de enlace entre ambos mares. Para ello era necesario construir un canal navegable entre el tramo bajo del Nilo y el golfo de Suez, en una zona de 72 km de anchura, la más corta entre el río y el mar Rojo.
Según esta teoría, el proyecto se puso en práctica hacia el año 1900 a.C., seguramente bajo el reinado de Amenemhet I, fundador de la XII dinastía. Hacía unos 550 años que los egipcios habían terminado de construir la primera de las grandes pirámides, la de Keops; desde entonces, habían emprendido obras de una gran complejidad técnica, por lo que disponían de sobrados conocimientos arquitectónicos y de los materiales adecuados para afrontar con éxito la construcción de un canal que uniera el Nilo con el mar Rojo. Por otra parte, la topografía de la zona era adecuada para esta construcción, que precisaba de un sistema de cuatro o cinco esclusas, un canal de una anchura media de 40 a 45 metros y un calado de 3 a 6 metros. Dichas esclusas regulaban el caudal en función de las crecidas del río. Se cree que el canal estuvo en funcionamiento durante 25 siglos con desigual fortuna, ya que fue destruido varias veces por acciones militares, hasta que en el año 767 d.C., en un acto de obcecación y locura, el segundo califa de Egipto, Omar Umar, lo mandó cegar.
La flota de la reina Hatshepsut
Dibujo realizado a partir de los relieves de Deir el Bahri que muestra uno de los barcos de la expedición de Hatshepsut a las lejanas tierras de Punt.
La Marina egipcia recibió un impulso extraordinario gracias a la reina Hatshepsut. Hija de Tutmosis I, Hatshepsut fue obligada a casarse con su hermanastro, Tutmosis II, faraón de la XVIII dinastía, y parece que esto representó un duro golpe para su orgullo. Hatshepsut dio una hija a Tutmosis II, pero el faraón murió muy joven y se originó otra crisis sucesoria. Finalmente, subió al trono un hijo ilegítimo de Tutmosis II, Tutmosis III, todavía adolescente. Ante la imposibilidad de que éste reinara, Hatshepsut asunió la regencia y, con el tiempo y el beneplácito de los sacerdotes, se autoproclamó también faraón de las Dos Tierras y primogénita de Amón. La ambiciosa Hatshepsut apostaba decididamente por la expansión hacia el mar Rojo y el Mediterráneo, viendo claramente las posibilidades de enriquecimiento de Egipto.
Entre muchas de las actuaciones navales que impulsó, destaca la orden de transportar unos barcos construidos especialmente para ello, del Nilo al mar Rojo. No se sabe a ciencia cierta si los barcos atravesaron el mencionado canal, aunque con toda probabilidad así ocurrió. En los relieves de Deir el Bahri se pueden ver representados estos barcos, de líneas marineras y que mostraban un gran perfeccionamiento de la construcción naval. En el año 482 a.C., cuando la reina hubo reunido en el mar Rojo un buen número de naves, ordenó que emprendieran una expedición a la lejana tierra de Punt, probablemente la actual Somalia, a unos 8.000 km. de Alejandría, para abastecerse de oro, mirra y marfil.
La expedición a Punt fue un éxito y propició la apertura al mar Rojo de los navegantes egipcios; también mejoró sus posibilidades de expansión comercial hacia los lejanos y desconocidos pueblos del Este. En los relieves de Deir el Bahri, templo que la reina dedicó al dios Amón, pueden verse representadas cinco naves que entran a puerto y cinco que zarpan con un cargamento de maderas, incienso, marfil, ébano, oro, monos y galgos, mercancías que dan una idea del tipo de comercio que se realizaba con aquel reino de Punt. En este mismo templo de Hatshepsut puede verse representadas una barcaza de 60 metros de eslora, concebida para transportar obeliscos de granito y grandes piedras; este tipo de embarcación llegó a su apogeo en aquella época. Construidas probablemente de cedro, cada barcaza podía transportar dos obeliscos de 30 metros y de 35 toneladas, y su casco estaba reforzado con tres hileras de baos y tres tortores. Estas representaciones dan una idea de la gran actividad constructora que tuvo lugar durante el primer siglo del Imperio Nuevo, cuando Egipto había llegado a su máximo grado de crecimiento y sus posesiones se extendían hasta Mesopotamia y el actual Sudán.
De Tutmosis III a Akhenatón, la gran expansión de Egipto
Escultura de Tutmosis III, el "faraón conquistador", expuesta en el museo de Luxor.
A Hathsepsut la sucedió finalmente su sobrino Tutmosis III, quien pasó a la historia como el "faraón conquistador". El nuevo faraón llevó a cabo un total de 17 campañas militares que permitieron a Egipto extender su hegemonía hasta el río Éufrates, en Mesopotamia. Una de las primeras fue la que llevó a conquistar Siria y Palestina; fueron precisos 10 años para lograr su sometimiento. Tutmosis III empleó la flota para mantener su apoyo a la conquista desde la costa de Palestina, y dominó las ciudades fenicias, que quedaron bajo la administración egipcia. Ello supuso una mejora de su Marina, que perfeccionó los barcos que había desarrollado Hatshepsut con técnicas fenicias y minoicas. Fue precisamente la isla de Candia (la actual Creta) otro de los objetivos de Tutmosis III. La isla poseía importantes yacimientos de cobre (metal necesario para fabricar el bronce en aleación con el estaño); esto acontecía en 1400 a.C., cuando aún no se conocía la metalurgia del hierro. Candia, como toda isla, estaba habitada por un pueblo avezado en el arte de navegar. El faraón no llegó a conquistar la isla, aunque sí estableció sólidas relaciones diplomáticas y comerciales para asegurar las provisiones de cobre.
Sin embargo, algunos de los territorios conquistados se perdieron durante los reinados de Amenofis II y Amenofis IV. Este último accedió al trono en 1372 a.C. y, al cabo de cinco años, protagonizó un cambio espiritual en la concepción del mundo faraónico e instauró una religión monoteísta basada en el culto a Atón, el dios solar. En consecuencia, Amenofis IV cambió su nombre por el de Akhenatón (que significa "el que agrada a Atón") y trasladó la corte de Tebas a Tell el-Amarna. Enfrentado a los sacerdotes y a la corte tradicionalista, Akhenatón fue considerado por muchos un hereje y un faraón que descuidó los deberes de estado debido a su obsesión religiosa. De hecho perdió los territorios de Siria y Palestina frente al rey hitita Supiluliuma, pérdidas éstas que muchos historiadores atribuyen a la debilidad política egipcia originada por las divisiones causadas por los cambios religiosos. Pero una parte significativa de los egipcios lo apreció como un genio que renovó el arte y la sociedad. Akhenatón puso especial énfasis en mejorar la Marina egipcia e impulsó la flota mercante. A la muerte del faraón, le sucedió Tutankamón, quien volvió al culto politeísta y traslado de nuevo la corte a Tebas.
La invasión de los Pueblos del Mar
Relieve de la tumba de Kagemni que muestra algunos soldados luchando. Es una de las primeras representaciones de naves aplicadas en el combate. Data de la VI dinastía (2345 - 2181 a.C.).
Durante esta época (1320 a.C.), la Marina egipcia continuó mejorando gracias a las técnicas de navegación y construcción de los fenicios. No sólo fueron las excelentes maderas de cedro (llegadas a Egipto gracias a lasm embarcaciones fenicias) las que abrieron a los egipcios el espíritu de colaboración, sino que por aquella época los fenicios habían llegado ya a un importante desarrollo de las artes de la navegación. Era habitual que en las naves de la flota del faraón abundaran los marineros fenicios y, hacia 1200 a.C., la base de la flota egipcia estaba constituida por constructores y marineros de aquel país.
En pleno apogeo de la Marina egipcia y justo antes de su decadencia, se produjo en el Mediterráneo oriental un hecho que alteró totalmente la situación: la invasión de los denominados Pueblos del Mar. De origen incierto y formados por diferentes facciones y etnias, los Pueblos del Mar asolaron la cultura micénica e intentaron hacer lo mismo con la egipcia, aunque antes establecieron complejas alianzas. Una de ellas fue la de los Shardana, temibles mercenarios; éstos, inicialmente, se aliaron con Egipto en 1286 a.C. en su lucha contra los hititas, en la batalla que el faraón Ramses II libró en Qadesh. Amenazando las posesiones egipcias estaban los Peleset, que se convirtieron con toda probabilidad en los filisteos que narra la Biblia tras asentarse en la actual franja de Gaza. También acechaban los Lukka, los más temidos en el mar, éstos vivían en sus barcos, costeaban por Chipre y el sur de Anatolia, dedicados por completo a la piratería y hostigando a las naves hititas. Los Denyen eran otra etnia que, según se cree, se fundió luego con la de los hebreos formando la tribu de Dan, que contaba también con grandes navegantes.
En 1220 a.C., el faraón Merneptah, sucesor de Ramsés II, repelió el primer ataque contra Egipto de los Pueblos del Mar, quienes se habían aliado con los libios. Las tropas de Merneptah mataron a 6.000 soldados y tomaron como prisioneros a otros 9.000. Aunque algunos historiadores de finales del siglo XIX sostienen lo contrario, se puede afirmar con seguridad que, cuando Ramsés III accedió al trono en 1184 a.C., los Pueblos del Mar eran ya viejos conocidos de los egipcios y se les consideraba un peligro real para su hegemonía.
La primera batalla naval de la historia
Ramsés III se propuso sostener y ampliar la hegemonía de Egipto en el Mediterráneo oriental. Los Pueblos del Mar habían arrasado el reino hitita; habían conquistado y destruido Hattusa, su capital, y saqueado la importante ciudad portuaria de Ugarit. También habían ocupado la isla de Candia y la ciudad de Mitanni (o Naharina), al norte de Mesopotamia. Palestina, por entonces provincia egipcia, estaba seriamente amenazada por los Pueblos del Mar, y ese temor llegaba hasta el mismo Egipto. También los vecinos libios se habían convertido en un peligro, ya que muchos pueblos nómadas estaban emigrando a la zona del delta del Nilo atraídos por su mayor prosperidad agrícola y ganadera. Tras su éxito contra el imperio hitita, los Pueblos del Mar, probablemente los Peleset y los Denyen, planearon atacar Egipto; para ello entablaron una alianza con los libios, cuyos cabecillas querían luchar contra la dominación egipcia. En cuanto Ramsés III tuvo noticia de que los Pueblos del Mar se habían aliado con los libios para atacar Egipto, ordenó armar una potente flota que salió de sus embarcaderos del delta del Nilo para dirigirse a la desembocadura. Los Pueblos del Mar habían planeado una operación anfibia en toda regla: avanzaban desde Libia costeando con sus naves, mientras que algunas de sus tropas y los libios formaban un ejército terrestre que avanzaba por la costa hacia Egipto. El objetivo era iniciar la invasión del delta para marchar después sobre Menfis y Tebas. Se cree que las dos flotas, cuya composición y características no se conocen a ciencia cierta, se encontraron a unas 10 millas al oeste del actual Port Said. En el gigantesco bajorrelieve del templo de Medinet Habu se muestra la flota egipcia atacando por sorpresa a los invasores, con los marinos llevando instrumentos de abordaje. La lucha se puede recomponer de esta manera: los arqueros egipcios, muy superiores en técnica y entrenamiento, disparaban flechas incendiarias contra los barcos de los atacantes mientras éstos se aproximaban; una vez embestidos los barcos y lanzados los garfios, las naves se abarloaban y los arqueros tomaban las espadas y las armas cortas, lanzándose al abordaje. Quedó patente la superioridad de los egipcios y la flota de los Pueblos del Mar fue aniquilada, quizás también por la perfecta organización en el ataque que protagonizaron los oficiales del faraón. Los egipcios hicieron miles de prisioneros, que fueron utilizados después como esclavos en la construcción del templo erigido para la gloria de Ramsés III.
"Barcos de guerra" propiamente dichos
Durante el periodo que transcurrió el reinado de Hatshepsut y el de Ramsés III, los carpinteros de ribera egipcios habían perfeccionado de forma notable su artesanía naval gracias a los conocimientos de los constructores fenicios. La flota de Ramsés III estaba compuesta por barcos de combate de un tipo significativamente más evolucionado que los que realizaron la expedición a Punt unos tres siglos atrás. Los constructores fenicios, a su vez, habían asimilado muchas de las características de las naves de los Pueblos del Mar, quienes las habían desarrollado a partir de las naves minoicas y griegas. Las cubiertas de sus naves eran plataformas diseñadas para el combate barco contra barco: tenían el casco bajo y alargado y disponían de una falca para proteger a los remeros.
Ramsés III controla el Mediterráneo
Pintura mural de la tumba de Ramsés III que muesytra la nave real. Estefaraón pasó a la historía como el primer gobernante vencedor en una batalla naval.
La victoria sobre los Pueblos del Mar llevó al faraón Ramsés III a reanudar la colonización de los pueblos asiáticos emprendida por sus antecesores. Recuperó parte de Siria y llegó hasta la región del Éufrates. También acabó de derrotar de forma implacable a los libios cuando éstos, liderados por el príncipe educado en la corte egipcia, organizaron una fuerza expedicionaria que avanzó hacia Menfis. En las cercanías de la ciudad, Ramsés III la derrotó definitivamente. El faraón marchó sobre territorio libio, sometió al príncipe rebelde y derrotó al resto de sus tropas.
Durante los últimos años de Ramsés III reinaron la paz y la prosperidad en el país. Sin embargo, en el periodo final de la vida del faraón se produjeron importantes conflictos políticos. Al fallecer, Ramsés III dejó el gobierno de Egipto en una situación de debilidad y el país comenzó a partir de aquel momento una lenta decadencia militar, cultural y política, que se tradujo en una disminución de la actividad naval en el Mediterráneo y en el mar Rojo. Según cuenta el historiador griego Herodoto (484 a.C.), hacia el año 600 a.C., bajo el reinado de Necao II, de la XXVI dinastía, se produjo la primera circunnavegación del continente africano, una gesta naval de especial significación. Una flotilla egipcia gobernada por marinos fenicios zarpó con la misión de franquear el estrecho de Gibraltar y volver a Egipto después de haber atravesado el mar de Septentrión. La expedición cumplió su objetivo y logró circunnavegar África después de tres años de viaje, en los que llegaron a abastecerse e incluso a detenerse para sembrar trigo y esperar la cosecha.
Egipto sufrió la invasión del rey persa Cambises y pasó a ser una satrapía del Imperio Persa en 525 a.C.; después de la restauración de una efimera independencia entre 401 y 341 a.C., Egipto cayó en poder del ejército de Alejandro Magno en el año 322 a.C. Al cabo de 17 años se inició la dinastía lágida de los Tolomeos, que terminó con la muerte de la reina Cleopatra en el año 30 a.C., tras la cual Egipto se convirtió en una provincia romana.
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