miércoles, 1 de diciembre de 2021

La lucha por el mercado asiático

 


Barcos mercantes holandeses capeando un duro temporal en la ruta hacia Asia. Óleo pintado en 1673 por Willem van de Valde.

En el siglo XVII, los ingleses y los holandeses se lanzaron a una carrera comercial y colonial a través del índico en pos del mercado de las Indias Orientales. Durante el siglo XVI, éste fue explotado casi en exclusiva por los portugueses, quienes vieron cómo su hegemonía iba cayendo de forma progresiva ante el avance de los mejores y más poderosos navíos de las Compañías de las Indias Orientales de Inglaterra y Holanda. Esta larga aventura es una de las más intensas de la historia de la navegación.

El corso contra los portugueses y los relatos de Van Linschoten


Grabado que muestra uno de los frecuentes ataques corsarios holandeses a una carraca portuguesa de la ruta de las Indias Orientales.

Independientemente de los conflictos políticos por los que Inglaterra, Holanda y Francia habían estado inmersos en todo tipo de enfrentamientos internos y externos, hubo una serie de acontecimientos marítimos que no pasaron desapercibidos a los gobiernos de estos países y a los comerciantes implicados. En primer lugar, fueron las capturas de galeones portugueses (frecuentes en la época, casi siempre por parte de los corsarios) las que mostraron a los ingleses las inmensas riquezas que atesoraban aquellos barcos y que suponían la principal fuente de financiación de las arcas portuguesas.
Uno de estos apresamientos fue trascendental en el devenir de la historia de la colonización de Asia: la captura del galeón portugués Madre de Deus. En una típica acción corsaria perpetrada por los ingleses, el majestuoso buque fue atacado en junio de 1592 cuando regresaba a Lisboa, procedente de Goa, la próspera plaza portuguesa situada en la costa oeste de la India; poco se sabía en Europa de este lugar, debido al celo con que los portugueses ocultaban los detalles sobre el lugar y las grandes riquezas que éste les proporcionaba. El Madre de Deus navegaba entre las Canarias y las Azores, cuando fue directamente atacado por tres galeones ingleses que redujeron a su tripulación y se hicieron con el control del barco. al descender a las bodegas, el comandante de la flota, sir John Burrough, se encontró con un fabuloso tesoro: las primeras cubiertas estaban llenas de arcones repletos de monedas de oro, objetos de plata y piedras preciosas (en el inventario que presentó más tarde, Burrough destacó "las perlas más finas y perfectas que jamás había visto"); las bodegas estaban cargadas con más de 500 toneladas de especias (pimienta, clavo, nuez moscada y canela, principalmente) y con unos cien frascos de almizcle, un producto apreciadísimo por la industria perfumera de la época. Burrough no pudo impedir el pillaje de su propia tripulación; de hecho, era común en muchos barcos que iban al corso que todos los hombres de la tripulación se llevaran parte del botín. Pero, en esta ocasión, el comandante inglés intentó preservar la mayoría de las riquezas para mostrarlas en el puerto de Darmouth y aumentar así su prestigio, una práctica habitual de los capitanes corsarios para divulgar sus éxitos y conseguir distinciones y prebendas de sus gobiernos. Cuando el Madre de Deus arribó a Darmouth, impresionó en primer lugar por su magnífico porte, y sólo después por lo que escondían sus bodegas. Se trataba de un típico galeón portugués de finales del siglo XVI concebido para la ruta de Oriente.