Durante el siglo XVI, España inició un vertiginoso proceso de expansión ultramarina, al tiempo que Carlos I consolidaba el reino como primera potencia mundial. Viajando en la expedición de Magallanes, Juan Sabastián Elcano dio la primera vuelta al mundo, lo que hizo posible tomar la medida exacta de sus dimensiones. El Imperio español fue heredado por Felipe II, quíen se empecinó en una guerra religiosa contra la protestante Inglaterra. El desastre de la Armada Invencible fue el comienzo de una larga decadencia para España y el inicio de las respectivas expansiones de Holanda e Inglaterra.
La búsqueda de un paso hacia el Oeste y el plan de Magallanes
Momento en el que Vasco Núñez de Balboa descubre el mar del Sur, que luego se conocería como océano Pacífico. Grabado a color del siglo XIX.
El 29 de septiembre de 1513, Vasco Núñez de Balboa descubrió el "mar del Sur" que se conocería luego como océano Pacifico. Lo hizo a la altura de la costa de Panamá, y su descubrimiento tuvo una gran significación histórica: reveló la existencia de un gran mar al otro lado de las "Indias Occidentales", por lo que se hizo necesario averiguar cómo llegar a él navegando; es decir, encontrar un paso desde el Atlántico, ya fuera por el norte de las nuevas tierras o por el sur. El nuevo continente, que se empezó a denominar América a partir de 1507, se mostraba como una tierra virgen cuya conquista ofrecía una prometedora explotación. Por aquel entonces, seguia vigente el Tratado de Tordesillas, que otorgaba a España los derechos de los descubrimientos hacia el Oeste y a Portugal los realizados hacia el Este, cuando los portugueses habían llegado ya a las Molucas. Todos los datos aportados por los navegantes españoles fueron estudiados a fondo por Fernando de Magallanes, un portugués que había caido en desgracia en su país tras haber sido injustamente acusado de robo, en 1513, durante una campaña en Marruecos. Fernando de Magallanes había adquirido experiencia como navegante en las diversas expediciones que había hecho a la India y a Malaca, en las que había probado su valía, su excepcional coraje y su capacidad de mando. Asesorado por su amigo Ruy Faleiro, matemático y astrónomo, el portugués estaba convencido de poder atravesar el Pacífico descubierto por Núñez de Balboa, del que erróneamente se creía que era un mar de una extensión no mayor que la del Mediterráneo. El error de Magallanes era similar al que tuvo Colón: si el genovés calculó erróneamente la longitud de Cipango, influenciado por las teorías de Toscanelli, Magallanes partía de los datos equivocados de Ruy Faleiro y del cartografo alemán Martin Behaím, quien había dibujado un mapamundi en el que aparecía un paso al sur de América que unía el Atlántico con el Pacífico mucho más al nortede donde está en realidad.
El explorador portugués presentó un plan de navegación al rey Manuel I en el que se preveía llegar hasta las Molucas por el Oeste. Pretendía acceder al Pacífico por el extremo meridional de Sudamérica, que permanecía aún sin descubrir, pero que Magallanes suponía algo más al sur del Río de la Plata, alcanzando en su momento por Américo Vespucio. Al mismo tiempo, Portugal estaba llegando al limite de su capacidad de expansión marítima hacia el Este; la población del país rondaba el millón de habitantes y a duras penas podía mantener sus líneas de comercio marítimo con aceptables niveles de competitividad. Probablemente, Manuel I consideró las dificultades de embarcarse en una aventura de tan alto coste e incierto resultado. El monarca rechazó la idea y, además, por razones aún desconocidas, despreció públicamente a Magallanes.
Herido en su orgullo, Fernando de Magallanes decidió acudir a la Corona española y viajó a Valladolid, donde fue recibido por el sucesor de los Reyes Católicos, su nieto Carlos I. El joven rey, de 18 años, habia sido coronado dos años antes. el futuro gran emperador había nacido en 1500, cuando Alvares Cabral descubría Brasil y Colón regresaba encadenado después de su tercer viaje; había crecido en la corte de Flandes, en pleno auge de las corrientes renacentistas europeas. El proyecto del portugués agradó al joven monarca y, ante la sorpresa de casi todos, Carlos I le prometió su apoyo. Esta decisión no terminó de agradar a algunos sectores de la corte, que no aprobaban el apoyo financiero por parte de la Corona, puesto que los beneficios se distribuirían entre el estado español y Magallanes; además, les preocupaba la reacción de Manuel I, precisamente en un momento en el que volvia a considerarse la posibilidad de unificar ambos reinos con una boda real. Finalmente, los atractivos comerciales que deparaba el paraíso de las especias acabaron por convencer a los cortesanos, y la resoludión del rey Carlos I de crear un gran imperio hizo el resto. Un año antes de que fuera proclamado emperador, Carlos I de España y V de Alemania se convirtió en el personaje clave del posterior desarrollo de la exploración española hacia el Oeste. Hasta aquel momento, la expansión española en América no había dado los frutos económicos ni políticos que inicialmente se esperaban tras los primeros viajes de Colón. Sin embargo, el mismo año en que Magallanes planeaba su viale, Hernán Cortés desembarcaba en México para conquistar el Imperío azteca, un hecho que les reportaría pingües beneficios al apropiarse de la plata y del oro que atesoraba el país centroamericano. Cinco años antes, en 1514, Ponce de León había descubierto Florida y Juan Díaz de Solís había partido en una expedición hacia el sur, en un intento de demostrar las teorías del paso al oeste de Américo Vespucio. Juan Díaz llegó hasta el Río de la Plata en 1516, donde encontró la muerte a manos de los indigenas. Magallanes había convencido al monarca español de que este estuario era el paso definitivo hacia las Molucas. España iniciaba una aventura de alto riesgo y de incierto éxito económico, puesto que, aun en el caso de descubrir la ruta a través del mar del Sur, no estaba clara su rentabilidad frente a la ruta del Este explotada por los portugueses.
Un viaje muy accidentado
El explorador portugués presentó un plan de navegación al rey Manuel I en el que se preveía llegar hasta las Molucas por el Oeste. Pretendía acceder al Pacífico por el extremo meridional de Sudamérica, que permanecía aún sin descubrir, pero que Magallanes suponía algo más al sur del Río de la Plata, alcanzando en su momento por Américo Vespucio. Al mismo tiempo, Portugal estaba llegando al limite de su capacidad de expansión marítima hacia el Este; la población del país rondaba el millón de habitantes y a duras penas podía mantener sus líneas de comercio marítimo con aceptables niveles de competitividad. Probablemente, Manuel I consideró las dificultades de embarcarse en una aventura de tan alto coste e incierto resultado. El monarca rechazó la idea y, además, por razones aún desconocidas, despreció públicamente a Magallanes.
Herido en su orgullo, Fernando de Magallanes decidió acudir a la Corona española y viajó a Valladolid, donde fue recibido por el sucesor de los Reyes Católicos, su nieto Carlos I. El joven rey, de 18 años, habia sido coronado dos años antes. el futuro gran emperador había nacido en 1500, cuando Alvares Cabral descubría Brasil y Colón regresaba encadenado después de su tercer viaje; había crecido en la corte de Flandes, en pleno auge de las corrientes renacentistas europeas. El proyecto del portugués agradó al joven monarca y, ante la sorpresa de casi todos, Carlos I le prometió su apoyo. Esta decisión no terminó de agradar a algunos sectores de la corte, que no aprobaban el apoyo financiero por parte de la Corona, puesto que los beneficios se distribuirían entre el estado español y Magallanes; además, les preocupaba la reacción de Manuel I, precisamente en un momento en el que volvia a considerarse la posibilidad de unificar ambos reinos con una boda real. Finalmente, los atractivos comerciales que deparaba el paraíso de las especias acabaron por convencer a los cortesanos, y la resoludión del rey Carlos I de crear un gran imperio hizo el resto. Un año antes de que fuera proclamado emperador, Carlos I de España y V de Alemania se convirtió en el personaje clave del posterior desarrollo de la exploración española hacia el Oeste. Hasta aquel momento, la expansión española en América no había dado los frutos económicos ni políticos que inicialmente se esperaban tras los primeros viajes de Colón. Sin embargo, el mismo año en que Magallanes planeaba su viale, Hernán Cortés desembarcaba en México para conquistar el Imperío azteca, un hecho que les reportaría pingües beneficios al apropiarse de la plata y del oro que atesoraba el país centroamericano. Cinco años antes, en 1514, Ponce de León había descubierto Florida y Juan Díaz de Solís había partido en una expedición hacia el sur, en un intento de demostrar las teorías del paso al oeste de Américo Vespucio. Juan Díaz llegó hasta el Río de la Plata en 1516, donde encontró la muerte a manos de los indigenas. Magallanes había convencido al monarca español de que este estuario era el paso definitivo hacia las Molucas. España iniciaba una aventura de alto riesgo y de incierto éxito económico, puesto que, aun en el caso de descubrir la ruta a través del mar del Sur, no estaba clara su rentabilidad frente a la ruta del Este explotada por los portugueses.
Un viaje muy accidentado
Mapa del estrecho de Magallanes realizado en la segunda mitad dek siglo XVI.
Magallanes tuvo que hacer frente a graves problemas para organizar su expedición. El alto grado de deterioro de los cinco buques que le fueron asignados y el recelo de la corte y de los cardenales españoles ante la mayoría de marinos portugueses entre la tripulación, estuvieron a punto de hacer peligrar el viaje. Hubo acusaciones de traición y actitudes de tal desconfianza que Magallanes se vio obligado a jurar fidelidad al rey de España y a colocar a capitanes españoles al mando de sus naves, al tiempo que formaba dotaciones con abundante presencia internacional: alemanes, griegos, franceses, flamencos, italianos, malayos y africanos completaban las tripulaciones. Los barcos habían costado cerca de un millón y medio de maravedies, pero las reparaciones elevaron los gastos a dos millones más. Asimismo, hicieron falta 18 meses para dejar los maltrechos barcos debidamente preparados para el gran viaje, el más largo que nunca se hubiera planteado el hombre. Se trataba de naos de tres palos, con castillos mayores de lo habitual, que entrenaban nuevas velas y cuyas bodegas estaban adaptadas para albergar la gran cantidad de provisiones necesarias. Magallanes navegaba en la Trinidad, la capitana de la flota, que se completaba con las naos Santiago, San Antonio, Concepción y Victoria. A bordo de la Trinidad también se embarcó el veneciano Antonio Pigafetta, un caballero ansioso de aventuras, que sepresentó voluntario y que se convirtió en el principal cronista del viaje.
El 10 de agosto de 1519 partieron los buques de Sevilla y, de nuevo tras muchos atrasos, el 20 de septiembre zarparon de Sanlúcar de Barrameda. Durante los primeros días del viaje se crearon fuertes tensiones entre Magallanes y los capitanes españoles a causa de las estrictas normas de navegación que el portugués había impuesto. Los vientos de proa, las calmas y las tormentas hicieron especialmente penoso el descenso por el Atlántico hasta el actual cabo San Agustín, en la costa brasileña, que los expedicionarios alcanzaron a finales de noviembre. Desde allí descendieron hasta Rio de Janeiro, donde se aprovisionaron y descansaron. El 26 de diciembre partieron de nuevo siguiendo la costa. Como ésta seguía una orientación hacia el sudoeste, Magallanes creyó que pronto encontraría el paso hacia el mar del Sur. Al entrar en el estuario del Río de la Plata, Magallanes navegó 15 días hacia el interior hasta convencerse de que era la desembocadura de un gran río. El 3 de febrero de 1520 dejó atrás la zona donde actualmente se ubica Montevideo y siguió descendiendo. Mientras tanto, iba en aumento el temor de las tripulaciones, pues nadie había previsto un descenso tan prolongado hacia el Sur.
A finales de marzo, Magallanes decidió pasar el otoño y el invierno austral en una pequeña y protegida bahía de la Patagonia, que bautizó como Puerto San Julián. Se vio obligado a racionar las provisiones mientras se iniciaba la búsqueda de alimentos. El rigor del clima y las penalidades provocaron un motín, que el portugués controló ajusticindo a dos oficiales españoles y abandonando a un tercero en la desierta costa. Magallanes fue el primer navegante en comprobar las duras condiciones climáticas del hemisferio Sur, más frío y ventoso que el Norte. La latitud 49º 17`de Puerto San Julián, al Sur de la actual Patagonia argentina, es una zona especialmente azotada por el viento de marzo a septiembre. Los expedicionarios europeos nunca habían descendido tanto de latitud, y la perspectiva de tener que seguir haciéndolo en un clima tan severo fue una de las principales causas del motín y de la posterior deserción del San Antonio.
Desde Puerto San Julián, Magallanes envió a la nao Santiago, al mando de João Serraõ, a explorar más al sur, pero el barco naufragó al embarrancar en medio de una fuerte tormenta. Sólo se ahogó un hombre, y los 27 supervivientes se quedaron en la actual Santa Cruz. Magallanes los rescató y desplazó la base de Puerto San Julián a Santa Cruz, donde aguardó dos meses hasta que, finalmente, el 18 de octubre zarparon de nuevo. Al cabo de tres días de navegación , avistaron una angosta ensenada flanqueada por altas cumbres nevadas que , tras su exploración, resultó ser el ansiado paso. al final de un ramificado estrecho se distinguía un amplio espacio abierto, que denominaron mar de las Damas y que más adelante se llamaría océano Pacífico. Sin embargo, el San Antonio, la nave más grande de la flota y la que cargaba con mayor cantidad de provisiones, desertó antes de iniciar la exploración del estrecho. El 28 de noviembre de 1520, Magallanes ordenó partir hacia el Norte, y el paso había descubierto recibió el nombre de Estrecho de Magallanes.
Los tres barcos remontaron las costas de Chile hasta aproximadamente el paralelo 30, donde Fernando de Magallanes ordenó virar mar adentro. La travesía del Pacifico duró tres meses y fue durísima, ya que, a causa del error de cálculo de Magallanes, que creía que la distancia a recorrer era mucho menor, las naves no estaban lo suficientemente pertrechadas para soportar la travesía. A finales de enero, el hambre y las enfermedades se habían cebado en los expedicionarios y ya no podían volver atrás. Finalmente, el 6 de marzo de 1521, cuando estaban al limite de sus fuerzas, avistaron las Marianas. Los isleños se aprovecharon de su estado de extrema debilidad, robándoles todo lo que encontraron en las cubiertas. Magallanes reunió a los pocos hombres que todavía resistían y ahuyentó a los nativos. Lograron aprovisionarse de alimentos frescos y se aprestaron a zarpar de nuevo. El 16 de marzo de 1521, alcanzaron las que Magallanes denominó islas de San Lázaro, que más adelante se conocerían como Filipinas, donde por fin pudieron descansar.
La muerte de Magallanes
Magallanes tuvo que hacer frente a graves problemas para organizar su expedición. El alto grado de deterioro de los cinco buques que le fueron asignados y el recelo de la corte y de los cardenales españoles ante la mayoría de marinos portugueses entre la tripulación, estuvieron a punto de hacer peligrar el viaje. Hubo acusaciones de traición y actitudes de tal desconfianza que Magallanes se vio obligado a jurar fidelidad al rey de España y a colocar a capitanes españoles al mando de sus naves, al tiempo que formaba dotaciones con abundante presencia internacional: alemanes, griegos, franceses, flamencos, italianos, malayos y africanos completaban las tripulaciones. Los barcos habían costado cerca de un millón y medio de maravedies, pero las reparaciones elevaron los gastos a dos millones más. Asimismo, hicieron falta 18 meses para dejar los maltrechos barcos debidamente preparados para el gran viaje, el más largo que nunca se hubiera planteado el hombre. Se trataba de naos de tres palos, con castillos mayores de lo habitual, que entrenaban nuevas velas y cuyas bodegas estaban adaptadas para albergar la gran cantidad de provisiones necesarias. Magallanes navegaba en la Trinidad, la capitana de la flota, que se completaba con las naos Santiago, San Antonio, Concepción y Victoria. A bordo de la Trinidad también se embarcó el veneciano Antonio Pigafetta, un caballero ansioso de aventuras, que sepresentó voluntario y que se convirtió en el principal cronista del viaje.
El 10 de agosto de 1519 partieron los buques de Sevilla y, de nuevo tras muchos atrasos, el 20 de septiembre zarparon de Sanlúcar de Barrameda. Durante los primeros días del viaje se crearon fuertes tensiones entre Magallanes y los capitanes españoles a causa de las estrictas normas de navegación que el portugués había impuesto. Los vientos de proa, las calmas y las tormentas hicieron especialmente penoso el descenso por el Atlántico hasta el actual cabo San Agustín, en la costa brasileña, que los expedicionarios alcanzaron a finales de noviembre. Desde allí descendieron hasta Rio de Janeiro, donde se aprovisionaron y descansaron. El 26 de diciembre partieron de nuevo siguiendo la costa. Como ésta seguía una orientación hacia el sudoeste, Magallanes creyó que pronto encontraría el paso hacia el mar del Sur. Al entrar en el estuario del Río de la Plata, Magallanes navegó 15 días hacia el interior hasta convencerse de que era la desembocadura de un gran río. El 3 de febrero de 1520 dejó atrás la zona donde actualmente se ubica Montevideo y siguió descendiendo. Mientras tanto, iba en aumento el temor de las tripulaciones, pues nadie había previsto un descenso tan prolongado hacia el Sur.
A finales de marzo, Magallanes decidió pasar el otoño y el invierno austral en una pequeña y protegida bahía de la Patagonia, que bautizó como Puerto San Julián. Se vio obligado a racionar las provisiones mientras se iniciaba la búsqueda de alimentos. El rigor del clima y las penalidades provocaron un motín, que el portugués controló ajusticindo a dos oficiales españoles y abandonando a un tercero en la desierta costa. Magallanes fue el primer navegante en comprobar las duras condiciones climáticas del hemisferio Sur, más frío y ventoso que el Norte. La latitud 49º 17`de Puerto San Julián, al Sur de la actual Patagonia argentina, es una zona especialmente azotada por el viento de marzo a septiembre. Los expedicionarios europeos nunca habían descendido tanto de latitud, y la perspectiva de tener que seguir haciéndolo en un clima tan severo fue una de las principales causas del motín y de la posterior deserción del San Antonio.
Desde Puerto San Julián, Magallanes envió a la nao Santiago, al mando de João Serraõ, a explorar más al sur, pero el barco naufragó al embarrancar en medio de una fuerte tormenta. Sólo se ahogó un hombre, y los 27 supervivientes se quedaron en la actual Santa Cruz. Magallanes los rescató y desplazó la base de Puerto San Julián a Santa Cruz, donde aguardó dos meses hasta que, finalmente, el 18 de octubre zarparon de nuevo. Al cabo de tres días de navegación , avistaron una angosta ensenada flanqueada por altas cumbres nevadas que , tras su exploración, resultó ser el ansiado paso. al final de un ramificado estrecho se distinguía un amplio espacio abierto, que denominaron mar de las Damas y que más adelante se llamaría océano Pacífico. Sin embargo, el San Antonio, la nave más grande de la flota y la que cargaba con mayor cantidad de provisiones, desertó antes de iniciar la exploración del estrecho. El 28 de noviembre de 1520, Magallanes ordenó partir hacia el Norte, y el paso había descubierto recibió el nombre de Estrecho de Magallanes.
Los tres barcos remontaron las costas de Chile hasta aproximadamente el paralelo 30, donde Fernando de Magallanes ordenó virar mar adentro. La travesía del Pacifico duró tres meses y fue durísima, ya que, a causa del error de cálculo de Magallanes, que creía que la distancia a recorrer era mucho menor, las naves no estaban lo suficientemente pertrechadas para soportar la travesía. A finales de enero, el hambre y las enfermedades se habían cebado en los expedicionarios y ya no podían volver atrás. Finalmente, el 6 de marzo de 1521, cuando estaban al limite de sus fuerzas, avistaron las Marianas. Los isleños se aprovecharon de su estado de extrema debilidad, robándoles todo lo que encontraron en las cubiertas. Magallanes reunió a los pocos hombres que todavía resistían y ahuyentó a los nativos. Lograron aprovisionarse de alimentos frescos y se aprestaron a zarpar de nuevo. El 16 de marzo de 1521, alcanzaron las que Magallanes denominó islas de San Lázaro, que más adelante se conocerían como Filipinas, donde por fin pudieron descansar.
La muerte de Magallanes
Magallanes, herido, es atacado mortalmente por un indigena cuando intentaba reunirse con el resto de sus hombres en la playa. Ilustración de autor desconocido del siglo XX.
Después de explorar el archipiélago de San Lazaro (actual Filipinas), Magallanes entabló buenas relaciones con los rajás locales. Esto le llevó a aliarse con unos de ellos para atacar a otro cacique rebelde, con un falta resultado, ya que, el 27 de abril de 1521, en un combate en la playa, el almirante portugués falleció junto a varios oficiales y marineros españoles y portugueses. Tras el desastre, el portugués João Lopes Carbalho tomó el mando y condujo las tres naves, cuya tripulación se había reducido a tan sólo 130 tripulantes, a seis meses de navegación errática por las costas filipinas; finalmente, decidieron vaciar y quemar la nao Concepción y los supervivientes se repartieron entre la nao Trinidad y la Victoria. Llegaron a Borneo, donde Carvalho demostró unas pésimas dotes de negociador con los rajás de la isla, hasta el punto de ser destituido por sus propios oficiales.
Finalmente, el 6 de noviembre de 1521, casi 25 meses después de salir del puerto de Sevilla, llegaron a las ansiadas Molucas. Habían logrado su objetivo, además de comprobar, al tiempo, los graves errores de cálculo de Colón y del propio Magallanes. Sin embargo, lo más importante es que demostraron que la Tierra se podía circunnavegar. En las Molucas consiguieron un importante cargamento de 700 quintales de clavo que, con seguridad, podría amortizar buena parte de la expedición. A partie de ese momento, y a causa del acecho de los portugueses agravado por una vía de agua en la Trinidad que tuvo que ser reparada, la expedición se dividió. Los españoles del Voctoria, al mando de Juan Sebastián Elcano (anterior contramaestre del Concepción, y que había participado en el motín contra Magallanes, siendo perdonado por éste), regresaron hacia el Oeste, a través del Índico, mientras que la Trinidad, al mando de Gonzalo Gómez de Espinosa y Carbalho, lo hacía por el Pacífico. El destino de la nao Trinidad fue nefasto. Su intención de alcanzar Panamá y atravesar el istmo para embarcarse en el Caribe en otro barco con destino a España, nunca se llevó a cabo. João Lopes Carvalho murió de fiebres al finalizar los tres meses que duraron las reparaciones y, nada más partir, la nao se vio azotada por violentos vientos que la empujaron hacia el Norte. Más tarde, perdieron el palo mayor y los castillos de proa y de popa. Regresaron a las Molucas tan sólo 19 débiles y agotados marinos de los 54 que habían partido.
Allí fueron capturados por los portugueses. En las mazmorras portuguesas murieron otros 15 marinos, hasta que al final sólo quedaron cuatro supervivientes que fueron devueltos a España al cabo de tres años.
Juan Sebastián Elcano da la vuelta al mundo
Grabado publicado en Alemania en 1603 que representa el combate en la isla de Mactán entre los indigenas y los marineros españoles, en el que murió Fernando de Magallanes.
El 21 de diciembre de 1521, Elcano zarpó con la nave Victoria con la intención de llegar a España por el Este. Nadie lo había intentado nunca y la ruta estaba llena de peligros. El 25 de enero de 1522, comenzó la travesía del Índico desde Timor, pero los vientos no dejaron de soplar del oeste, dificultando enormemente la ruta hacia el cabo de Buena Esperanza. El 22 de marzo, cuando viraron hacia el Oeste rumbo al cabo, se dieron cuenta de que la nao Victoria hacía agua. La tripulación, que llevaba semanas a dieta de arroz y agua corrompida, se vio obligada a achicar agua de forma continua. Cuando la Victoria llegó al cabo de buena Esperanza, Una violenta tormenta rompió el trinquete y Elcano inició el ascenso por el Atlántico sin poder aumentar la velocidad de los buques para navegar durante menos días y poder mantener el racionamiento hasta las Canarias.
Los españoles no tuvieron más remedio que recalar en las islas de Cabo Verde, posesión Portuguesa, so pena de perecer por inanición. Al llegar a puerto, se inventaron la historia de que venían del Caribe para que los portugueses no descubrieran que formaban parte de la perseguida expedición de Magallanes. La farsa se descubrió casi al mismo tiempo que los españoles se hubieron embarcado, y Elcano pudo zarpar in extremis. Finalmente, el sábado 6 de septiembre de 1522, la nao Victoria arribó a Sanlúcar con sólo 16 hombres de los 60 que habían partido de las Molucas. Elcano y los supervivientes navegaron más de 42.000 millas náuticas (unos 78.000 km) en tres años menos 14 días. Carlos I honró a Juan Sebastián Elcano con una modesta pensión y un escudo de armas en el que se ve un globo terráqueo con la leyenda Primus circumdedisti me, "El primero en circunnavegarme". Los marineros nunca llegaron a recibir su paga completa, a causa de los escasos beneficios de aquella expedición.
Los 700 quintales de clavo, la única carga que se pudo salvar tras la gran peripecia, proporcionaron en el mercado de Amberes una cantidad de dinero 10.000 veces superior al coste de compra; sin embargo, este importe tan sólo sirvió para obtener un pequeño margen de beneficio después de amortizar los gastos de la expedición. Los banqueros sevillanos que la habían patrocinado obtuvieron mucho menos del 400% de beneficio, que era el previsto a tenor de lo usual en los viajes a América. Además, este margen lo tuvieron que compartir también con el emperador Carlos I.
El viaje, sin embargo, conmovió al mundo científico y náutico. Elcano había demostrado que la Tierra podía circunnavegarse, pero los cálculos de Magallanes eran evidentemente erróneos. Los astrónomos y cartógrafos revisaron sus datos y por fin se tuvo una idea cabal de las dimensiones del globo terráqueo. En las islas de Cabo Verde, los navegantes supieron que llevaban un día de retraso como consecuencia de haber navegado de Este a Oeste, dando la vuelta a la Tierra. Esto confirmó las teorías sobre la esfericidad del planeta y del giro sobre su eje, y planteó a la ciencia náutica el gran problema del cálculo de la longitud, que no se resolvió hasta el invento del cronómetro marino en el siglo XVIII. Elcano aportó también interesantes datos sobre la climatología del globo y los problemas de la vida a bordo. El mundo dejó de crecer para los exploradores marinos.
Después de explorar el archipiélago de San Lazaro (actual Filipinas), Magallanes entabló buenas relaciones con los rajás locales. Esto le llevó a aliarse con unos de ellos para atacar a otro cacique rebelde, con un falta resultado, ya que, el 27 de abril de 1521, en un combate en la playa, el almirante portugués falleció junto a varios oficiales y marineros españoles y portugueses. Tras el desastre, el portugués João Lopes Carbalho tomó el mando y condujo las tres naves, cuya tripulación se había reducido a tan sólo 130 tripulantes, a seis meses de navegación errática por las costas filipinas; finalmente, decidieron vaciar y quemar la nao Concepción y los supervivientes se repartieron entre la nao Trinidad y la Victoria. Llegaron a Borneo, donde Carvalho demostró unas pésimas dotes de negociador con los rajás de la isla, hasta el punto de ser destituido por sus propios oficiales.
Finalmente, el 6 de noviembre de 1521, casi 25 meses después de salir del puerto de Sevilla, llegaron a las ansiadas Molucas. Habían logrado su objetivo, además de comprobar, al tiempo, los graves errores de cálculo de Colón y del propio Magallanes. Sin embargo, lo más importante es que demostraron que la Tierra se podía circunnavegar. En las Molucas consiguieron un importante cargamento de 700 quintales de clavo que, con seguridad, podría amortizar buena parte de la expedición. A partie de ese momento, y a causa del acecho de los portugueses agravado por una vía de agua en la Trinidad que tuvo que ser reparada, la expedición se dividió. Los españoles del Voctoria, al mando de Juan Sebastián Elcano (anterior contramaestre del Concepción, y que había participado en el motín contra Magallanes, siendo perdonado por éste), regresaron hacia el Oeste, a través del Índico, mientras que la Trinidad, al mando de Gonzalo Gómez de Espinosa y Carbalho, lo hacía por el Pacífico. El destino de la nao Trinidad fue nefasto. Su intención de alcanzar Panamá y atravesar el istmo para embarcarse en el Caribe en otro barco con destino a España, nunca se llevó a cabo. João Lopes Carvalho murió de fiebres al finalizar los tres meses que duraron las reparaciones y, nada más partir, la nao se vio azotada por violentos vientos que la empujaron hacia el Norte. Más tarde, perdieron el palo mayor y los castillos de proa y de popa. Regresaron a las Molucas tan sólo 19 débiles y agotados marinos de los 54 que habían partido.
Allí fueron capturados por los portugueses. En las mazmorras portuguesas murieron otros 15 marinos, hasta que al final sólo quedaron cuatro supervivientes que fueron devueltos a España al cabo de tres años.
Juan Sebastián Elcano da la vuelta al mundo
Grabado publicado en Alemania en 1603 que representa el combate en la isla de Mactán entre los indigenas y los marineros españoles, en el que murió Fernando de Magallanes.
El 21 de diciembre de 1521, Elcano zarpó con la nave Victoria con la intención de llegar a España por el Este. Nadie lo había intentado nunca y la ruta estaba llena de peligros. El 25 de enero de 1522, comenzó la travesía del Índico desde Timor, pero los vientos no dejaron de soplar del oeste, dificultando enormemente la ruta hacia el cabo de Buena Esperanza. El 22 de marzo, cuando viraron hacia el Oeste rumbo al cabo, se dieron cuenta de que la nao Victoria hacía agua. La tripulación, que llevaba semanas a dieta de arroz y agua corrompida, se vio obligada a achicar agua de forma continua. Cuando la Victoria llegó al cabo de buena Esperanza, Una violenta tormenta rompió el trinquete y Elcano inició el ascenso por el Atlántico sin poder aumentar la velocidad de los buques para navegar durante menos días y poder mantener el racionamiento hasta las Canarias.
Los españoles no tuvieron más remedio que recalar en las islas de Cabo Verde, posesión Portuguesa, so pena de perecer por inanición. Al llegar a puerto, se inventaron la historia de que venían del Caribe para que los portugueses no descubrieran que formaban parte de la perseguida expedición de Magallanes. La farsa se descubrió casi al mismo tiempo que los españoles se hubieron embarcado, y Elcano pudo zarpar in extremis. Finalmente, el sábado 6 de septiembre de 1522, la nao Victoria arribó a Sanlúcar con sólo 16 hombres de los 60 que habían partido de las Molucas. Elcano y los supervivientes navegaron más de 42.000 millas náuticas (unos 78.000 km) en tres años menos 14 días. Carlos I honró a Juan Sebastián Elcano con una modesta pensión y un escudo de armas en el que se ve un globo terráqueo con la leyenda Primus circumdedisti me, "El primero en circunnavegarme". Los marineros nunca llegaron a recibir su paga completa, a causa de los escasos beneficios de aquella expedición.
Los 700 quintales de clavo, la única carga que se pudo salvar tras la gran peripecia, proporcionaron en el mercado de Amberes una cantidad de dinero 10.000 veces superior al coste de compra; sin embargo, este importe tan sólo sirvió para obtener un pequeño margen de beneficio después de amortizar los gastos de la expedición. Los banqueros sevillanos que la habían patrocinado obtuvieron mucho menos del 400% de beneficio, que era el previsto a tenor de lo usual en los viajes a América. Además, este margen lo tuvieron que compartir también con el emperador Carlos I.
El viaje, sin embargo, conmovió al mundo científico y náutico. Elcano había demostrado que la Tierra podía circunnavegarse, pero los cálculos de Magallanes eran evidentemente erróneos. Los astrónomos y cartógrafos revisaron sus datos y por fin se tuvo una idea cabal de las dimensiones del globo terráqueo. En las islas de Cabo Verde, los navegantes supieron que llevaban un día de retraso como consecuencia de haber navegado de Este a Oeste, dando la vuelta a la Tierra. Esto confirmó las teorías sobre la esfericidad del planeta y del giro sobre su eje, y planteó a la ciencia náutica el gran problema del cálculo de la longitud, que no se resolvió hasta el invento del cronómetro marino en el siglo XVIII. Elcano aportó también interesantes datos sobre la climatología del globo y los problemas de la vida a bordo. El mundo dejó de crecer para los exploradores marinos.
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