jueves, 7 de junio de 2012

España y Portugal se reparten el mundo


Grabado que representa la flota de Vasco de Gama doblando el cabo de Buena Esperanza en el mes de diciembre de 1497.

Tras el viaje de Critóbal Colón, España había abierto una supuesta ruta a las Indias por el oeste, obligando a Portugal a acelerar su avance por el este, hasta que Vasco da Gama llegó a la India. Antes que los españoles supieran que Colón había llegado a un nuevo continente, ambas potencias entraron en una disputa sobre las tierras que se iban descubriendo, en lo que iba a ser la colonización del "Nuevo Mundo".
Antes de arribar a Palos al regreso de su primer viaje, Colón se entrevistó en Lisboa con Juan II, decisión que desagradó sobremanera a los Reyes Católicos. El monarca portugués le advirtió de que, de acuerdo con Tratado de Alcaçovas - Toledo, firmado el 4 de septiembre de 1479, por el cual Castilla reconocía los derechos territoriales de la expansión potuguesa por África, las tierras que acababa de descubrir Colón se hallaban al sur del paralelo de las Canarias y, por lo tanto, pertenecían a Portugal.
Esta advertencia generó un nuevo conflicto entre Portugal y España, que durante los últimos años estaban emergiendo como las dos grandes potencias de la época. Los portugueses pretendían que el paralelo de las Canarias sirviera de límite a las conquistas de ambos reinos; por su parte, los Reyes Católicos rechazaban esta pretensión y trataban de conseguir que los portugueses se quedaran con África y dejaran para los españoles las nuevas tierras descubiertas.

Bulas papales y el Tratado de Tordesillas


Carta náutica de 1502, atribuida a Amerigo Vespucio, en la que se muestran sus hallazgos en la costa sudamericana.

Los monarcas españoles presionaron a la Santa Sede para que se cambiaran las demarcaciones impuestas por el Tratado de Alcaçovas - Toledo. El hecho de que el papa Alejandro VI (el papa Borja) fuera español pareció favorecer las pretensiones de los Reyes Católicos. Este papa publicó en 1493 tres bulas pontificias de forma consecutiva: el 3 de mayo, la Inter Caetera y la Eximiae Devotionis, y el 26 de septiembre, la Dudum Siquiedem. En estos documentos, el Papa no sólo legitimaba la posesión de la totalidad de las tierras descubiertas a los españoles, sino que también les otorgaba grandes ventajas en la asignación de las nuevas tierras por descubrir. Las razones que se esgrimían para justificar la dcisión del papa eran que con los españoles se garantizaba la propagación de la fe cristiana en los nuevos mundos; en realidad, la decisión papal estaba relacionada con la promesa de los Reyes Católicos de facilitar apoyo militar a la Liga de Venecia, de inspiración papal, en su lucha contra Francia. Juan II de Portugal se opuso radicalmente a esta decisión y ambos reinos tuvieron que iniciar nuevas conversaciones. Juan II propuso que en lugar de un meridiano divisorio, tal como proponían las bulas papales, se trazara un paralelo, reservando a los portugueses la zona sur y dejando la zona norte para los españoles. Los Reyes Católicos insistieron en la propuesta del meridiano y ofrecieron establecerlo más hacia el oeste que la propuesta de Alejandro VI: hasta 250 leguas e incluso 350 desde Cabo Verde; pero Juan II logró que se acordara una distancia de 370 leguas.
El acuerdo final llevó a la firma del Tratado de Tordesillas, el 7 de junio de 1494. Corroborado por el Papa, en este documento se especifica que las tierras descubiertas o las que llegaran a descubrirse al oeste de dicho meridiano, correspondiente a las 370 millas de distancia, serían de Castilla, y las situadas a este, de Portugal. De este modo, en líneas generales, los españoles se aseguraban la conquista de las nuevas tierras descubiertas por Colón, y Portugal se reservaba la ruta marítima del Índico.
La nueva línea de separación que marcaba el tratado caía sobre la desembocadura del Amazonas, lo que permitió la ocupación de Brasil por parte de Portugal. El empeño de Juan II por conseguir el paralelo, o al menos un meridiano tan alejado de Cabo Verde, hace suponer lo historiadores que el monarca portugués tenía ya referencias concretas de la existencia del actual Brasil.

El segundo viaje de Cristóbal Colón y los planes de Manuel I


Mapa de la isla Hispaniola (La Española), conquistada por Colón en su segundo viaje, realizado en el siglo XVI.

Cuando se firmó el Tratado de Tordesillas, ya hacía más de ocho meses que Colón había partido en su segundo viaje. Había zarpado el 25 de septiembre de 1493 con 17 barcos y 1.200 hombres, la mayoría de los cuales eran soldados, lo que había dejado a las claras las intenciones conquistadoras de la expedición. Entre las 17 naves se encontraba La Capitana, que pertenecía a Antonio de Torres, que fue rebautizada Santa María como su predecesora. La flota salió de Cádiz el 25 de septiembre de 1493. El rumbo dispuesto por Colón era oeste un cuarto al sudoeste, a fin de alcanzar las islas del Caribe. Esta ruta discurría por la zona de los vientos alisios, que lo condujeron a su destino en sólo tres semanas. Primero avistaron la isla que bautizaron como Dominica, luego Puerto Rico y el 27 de noviembre desembarcaron en La Española; allí no encontraron rastro alguno de los hombres de la guarnición que había dejado un año antes. Más tarde llegaron a Cuba y a La Isabela. Una parte de la expedición volvió a España en 1494, mientras Colón intentaba controlar los desmanes con los indios cometidos por la tripulación. El 10 de marzo de 1496, casi cuatro años después de emprender su segundo viaje, Colón salió de La Isabela con rumbo a Castilla. El 11 de junio fondeaban en Cádiz La India y La Niña, con 225 españoles y 30 indios cautivos.
En 1495, Juan II murió de hidropesía, sucediéndolo en el trono Manuel I. El nuevo monarca se dispuso a acelerar el avance hacia oriente que había logrado Bartolomeu Dias al descubrir el cabo de Buena Esperanza y, con ello, la ruta navegable hacia la India por el este.

Cristóbal Colón sigue en su error




Carta de los territorios del Nuevo Mundo dibujada por Juan de la Cosa en 1500, tras sus expediciones con Cristíbal Colón y Rodrigo de Bastidas al continente americano.

Mientras Manuel I planificaba la nueva ruta hacia el este, Cristóbal Colón regresó de su segundo viaje el 20 de abril de 1496. Había navegado por las costas del continente sudamericano hasta llegar cerca del Amazonas, donde descubrió una zona periférica que mantuvo en secreto. Los historiadores dan como probable que Américo Vespucio, el florentino afincado en Sevilla que había decidido dedicarse a la navegación para descubrir nuevos mundos, le acompañara como cartógrafo. Colón había descubierto muchas islas, pero aún no había circunnavegado Cuba, por lo que siguió empeñado en que se trataba de Catay; de hecho, hizo levantar un acta notarial en la que se testificaba que Cuba era una península. Esta farsa, aireada al regresar de su segundo viaje, junto a los problemas en la Hispaniola, dejaron en evidencia a Colón y su falta de rigor científico, lo que fue el comienzo de su descrédito en la corte española. Colón seguía pensando que se encontraba en algún lugar del continente asiático; este error fue la causa de que, hasta 1500, los españoles siguieran buscando por Centroamérica el paso hacia la India.

Vasco da Gama abre la Ruta del Este




Grabado del siglo XIX que muestra la partida de Vasco da Gama de Lisboa, el 8 de julio de 1497. Su objetivo era alcanzar la India por la Ruta de Este.

Mientras tanto, Manuel I puso a Vasco da Gama al mando de una flota de cuatro barcos con la orden precisa de alcanzar la India por la ruta abierta por Dias. Ya en plena carrera con España, la corte portuguesa no reparó en gastos y la flota se formó con cutro buques: el São Gabriel, una robusta nao armada con 20 cañones al mando de Da Gama; su gemela, la São Rafael, comandada por su hermano Paulo da Gama; el Berrio, una carabela de una 100 toneladas que había sido aligerada para ser utilizada como barco de exploración rápida, y un transporte de unas 300 toneladas, en cuya espaciosa bodega se estibaron las provisiones y los materiales de repuesto.En total, Vasco da Gama tuvo a su disposición y bajo su mando a unos 200 hombres.
El 8 de jujlio de 1947, la expedición partió de Lisboa en olor de multitudes. Da Gama alcanzó el extremo sur de África tras una audaz travesía por el Atlántico Sur, que le convirtió en el primer marino en recorrer la distancia más larga sin recalar: 4.500 millas. Tras costear el este de África hasta la ciudad de Malindi, Da Gama atravesó el Índico hasta alcanzar la costa de Malabar, unas 50 millas al norte de Calicut, el 8 de mayo de 1498. La travesía duró 27 días, lo que significa una media de 100 millas diarias, algo excepcional para la época. Da Gama había abierto definitivamente la Ruta del Este.
Sin embargo, las gestiones comerciales y diplomáticas de los expedicionarios portugueses no tuvieron los resultados esperados. Fueron recibidos inicialmente por el zamorín (regidor hindú de Calicut) de forma muy amistosa, pero al poco tiempo las relaciones se deterioraron. Los portugueses no fueron bien informados sobre el tipo de comercio y de bienes existentes en la zona y presentaron obsequios y objetos para el intercambio que, si bien en la costa occidental de África hubiesen constituido una valiosa ayuda, eran muy poco apropiados para Calicut. El zamorín se sintió ofendido por las baratijas que se le ofrecían, a lo que hay que añadir la hostilidad de los comerciantes musulmanes hacia los portugueses; todo ello contribuyó a enrarecer el ambiente. La tensión fue creciendo hasta que Vasco da Gama se vio obligado a abandonar Calicut. Zarpó a finales de agosto, en la época en que soplaban los vientos desfavorables del suroeste, por lo que la travesía del Índico hasta África les llevó tres penosos meses, durante los cuales, debido a la falta de vegetales frescos, sufrieron los estragos del escorbuto, una enfermedad que, en su fase avanzada, era desconocida hasta entonces. Cuando llegaron a Malindi, buena parte de la tripulación había muerto y el navegante portugués ordenó quemar el São Rafael al no disponer de suficientes marineros para gobernarlo.
Después de doblar el cabo de Buena Esperanza, Paulo da Gama (hermano de Vasco) enfermó a la altura de Guinea y murió en las Azores. Vasco da Gama arribó a Lisboa a finales de agosto, unos 24 meses después de su partida y habiendo recorrido 27.000 millas y perdido unos 110 hombres. Pese a que comercialmente su viaje no había resultado rentable, se le hizo un recibimiento festivo y multitudinario, y el rey Mnuel I le prodigó todos los honores, lo recompensó con 3.000 ducados, le nombró Almirante de la India y le otorgó el uso del dom delante de su nombre. Manuel I escribió en tono jactancioso a los Reyes  Católicos, explicándoles todas las maravillas que sus navegantes habían visto, aunque evitó referirse al escorbuto, a las numerosas bajas y al relativo fracaso de la misión diplomática y comercial que sus hombres habían padecido.

John Cabot y el tercer viaje de Colón




Página de un libro de barcos portugués ilustrada con las cuatro naos de la expedición de Vasco da Gama. En la parte inferior aparece el transporte incendiado tras doblar el cabo de Buena Esperanza.

Cuando Vasco da Gama zarpaba de Lisboa, hacía unas tres semanas que el genovés Giovanni Caboto, al que se le conoce por su nombre inglés John Cabot, había desembarcado en Terranova y la costa norteamericana. Cabot había zarpado del puerto británico de Bristol con el Matthew, el 20 de mayo de 1497, en un viaje financiado principalmente por los comerciantes de esta ciudad inglesa. Cabot se proponía llegar al Cipango que supuestamente había alcanzado Colón, pero por una nueva ruta por el norte del Atlántico. Su proyecto había sido rechazado por los portugueses y por los españoles, principalmente porque, cuando lo expuso, los primeros ya habían alcanzado el cabo de Buena Esperanza y estaban concentrados en la ruta hacia la India; los españoles, por su lado, ya tenían abierta la supuesta Ruta del Oeste gracias a Colón. Cabot regresó a Bristol el 6 de agosto de 1497, cuando Vasco da Gama se hallaba en mitad del Atlántico, pero la noticia de su hallazgo trascendió muy poco en las cortes española y portuguesa. Los ingleses, por su parte, tampoco sacaron provecho inmediato del viaje de Cabot, quien también, como Colón, creyó que había alcanzado Cipango. Cabot desapareció en su segunda travesía y, salvo un supuesto viaje de su hijo, Sebastien, poco hicieron los ingleses durante las décadas siguientes por aventurarse de nuevo en el océano. Durante la primera mitad del siglo XVI, a las zonas exploradas por Cabot sólo acudieron los navegantes portugueses Miguel, Gaspar y Vasqueanes Corte-Real.
Mientra Vasco da Gama realizaba su viaje, Colón logró de los Reyes Católicos apoyo para una tercera travesía, pese a que se había formado en Sevilla un núcleo de navieros con intereses comerciales en las nuevas tierras que estaban abiertamente enfrentados a él. En los ocho navíos de la expedición se embarcaron unos trescientos hombres, la mayoría aventureros y maleantes que se hicieron pasar por colonizadores. Colón envió tres barcos directamente a La Española y él arrumbó mucho más al sur para descender hasta el paralelo 5. La travesía resultó excepcionalmente dura debido a los días de calor tórrido que tuvieron que soportar. Llegó hasta las bocas del Orinoco y siguió hacia el golfo de Paria. Luego puso rumbo a La Española, donde su hermano Bartolomé había fundado Santo Domingo, la capital de la colonia. Allí se encontró con que estaba a punto de declararse una rebelión. Consiguió contenerla, pero no pudo impedir que las protestas llegaran a la Corte, donde el ambiente en su contra había crecido durante su ausencia. El 21 de mayo de 1499, los Reyes Católicos firmaron su destitución como Virrey y nombraron a Francisco de Bobadilla como sustituto. Colón regresó a España encadenado junto a sus dos hermanos y un grupo de fieles partidarios, a primeros de octubre de 1500. Pero los Reyes Católicos ordenaron liberarlos y, tras una entrevista en Granada, decidieron restituirle algunos de sus derechos económicos, pero ninguno de los políticos.

Álvares Cabral y la expansión portuguesa hacia Oriente


Derrota de los viajes de ida y vuelta de Vasco da Gama en su primer viaje a la India. Fue el mayor viaje marítimo realizado hasta entonces.
Siete meses antes de la llegada de Colón de su tercer viaje, Manuel I de Portugal puso al mando de Pedro Álvares Cabral una expedición con 13 barcos y 1.500 hombres. El destino de tan importante flota era seguir la ruta abierta por Vasco da Gama y establecer lazos comerciales con la India. Cabral, de 32 años, no era un marinero experimentado, sino un aristócrata con dotes de mando y experto en diplomacia, cuyos hermanos eran consegeros del rey. Los portugueses planificaron muy bien el viaje, alistando a los mejores navegantes, entre ellos a Bartolomeu Dias, y trazaron una derrota que ampliaba el gran arco realizado por Vasco da Gama para descender por el Atlántico, llevándolo mucho más hacia el oeste. De este modo, divisaron las costas de Brasil a las seis semanas de viaje. Los historiadores ven en este hecho una confirmación de lo que se sospechó en el Tratado de Tordesillas cuando Juan II insistió en desplazar el meridiano divisorio a 370 leguas de Cabo Verde: que los portugueses ya sabían de la existencia de esta tierra cuando Colón realizó su primer viaje. Pedro Cabral envió un barco con la noticia del descubrimiento a Lisboa y tomó posesión de la nueva tierra, a la que llamó "Terra da Santa Cruz".
Desde Brasil, Cabral zarpó enseguida hacia el Sur de África para continuar hacia la India, pero a la altura del cabo de Buena Esperanza se desencadenó un súbito y terrible temporal que causó la pérdida de cuatro barcos y todas sus tripulaciones, entre los que se encontraba el de Bartolomeu Dias, que desapareció en el naufragio; el destino quiso que el descubridor del cabo de Buena Esperanza muriese en aquellas mismas aguas 13 años después. Cabral consiguió llegar a Calicut seis meses después de haber zarpado de Lisboa. Allí, el portugués usó sus dotes diplomáticas y logró una audiencia con el renuente zamorín, que tenía un mal recuerdo de la visita de Vasco da Gama. Sin embargo, Cabral logró firmar un acuerdo comercial. Pero, nuevamente, los comerciantes musulmanes presionaron al zamorín y organizaron una revuelta contra los portugueses, que se vieron obligados a regresar a sus naves. Cabral atacó a los mercantes musulmanes y bombardeó la ciudad como represalia, para luego dirigirse a Cochin, al Sur de Calicut. En Cochin, Cabral logró un acuerdo comercial con el gobernante local y sentó las bases de lo que sería la primera colonia comercial portuguesa en la India. Cabral regresó a Lisboa el 31 de Julio de 1501 con sólo siete barcos de los trece con que había partido, pero con un cargamento de especias que se calcula podía llegar a las 150 toneladas. La expansión portuguesa en la India quedaba abierta, aunque la estabilidad de este nuevo mercado era incierta, ya que se hallaba seriamente comprometida por la hostilidad de los comerciantes árabes y por el ahoque de civilizaciones que suponía la llegada a la zona de ambiciosos cristianos, dispuestos a todo.
Manuel I envió otras dos expediciones consecutivas a la India, que regresaron con las bodegas llenas. Portugal abrió plazas de cambio en Europa y el comercio creció vertiginosamente. Para organizar y establecer una estructura política en las colonias comerciales de la India, Manuel I creó la figura del Virrey de la India. El noble Francisco de Almeida fue el primero en ostentar este nuevo cargo y, en 1505, Manuel I le proporcionó una poderosa flota para regular el comercio y abrir nuevas colonias. Almeida devastó Mombasa y otros puertos índicos de África antes de dirigirse a la costa Malabar, donde se dedicó a atacar los barcos y los emplazamientos musulmanes y a fortificar las bases portuguesas. En los tres años de su mandato como Virrey, Almeida logró expulsar el comercio árabe de la India y asentar las bases del portugués, que iba a expansionarse definitivamente más hacia el este.

El fin de la época colombina y el definitivo enfrentamiento hispano-portugués


Retrato de Vicente yáñez Pinzón, capitán de La Niña en el primer viaje de Colón y probablemente el primer europeo en alcanzar Brasil en 1500.

El descrédito que Colón había cosechado tras su tercer viaje, lo apeó definitivamente de la expansión española por las nuevas tierras descubiertas al oeste. Los Reyes Católicos y la corte española promovieron otras expediciones. En 1499, aún cuando Colón no había regresado de su viaje, enviaron a Américo Vespucio y a Juan de la Cosa a explorar la costa Norte de Sudamérica. Ambos llegaron a la actual Venezuela y, al alcanzar Guyana, Vespucio se separó del grupo y descendió hasta el cabo de San Agustín, en las costas de Brasil; regresó pasando por la desembocadura del Orinoco y Haití.
A finales del mismo año, Vicente Yáñez Pinzón y Diego de Lepe alcanzaron los 8º de latitud en la costa del Brasil, cruzando el golfo de Paria y llegando luego a las Bahamas; por ello, el descubrimiento de Brasil por parte de Cabral no es del todo compartido por los historiadores, ya que la expedición española había llegado unos meses antes. En 1500, mientras Cabral navegaba hacia Calicut, Rodrigo de Bastidas recibía el encargo del gobierno español de explorar la costa norte de Sudamérica hacia el oeste, junto al piloto y cartógrafo Juan de la Cosa y el aventurero vasco Núñez de Balboa. Los españoles llegaron al río Magdalena, la costa de la actual Colombia y la de Panamá. Nuevamente, en 1508, Vicente Yáñez Pinzón viajó junto con Solís a América de Sur, muriendo probablemente dos años más tarde durante la exploración. Colón hizo un cuarto viaje de 1502 a 1504, pero, un cúmulo de incidentes desastrosos, logró tan sólo alcanzar la costa de Honduras en un intento de encontrar un paso hacia la India. A su regreso a España se encontró con su principal mecenas, la Reina Isabel, moribunda y se retiró a Valladolid, donde murió siete meses después, convencido de que había llegado al extremo oriental del continente asiático.
Antes del cuarto viaje de Colón, Vespucio cartografió todos sus descubrimientos e intentó convencer a la corte española para realizar un nuevo viaje hacia el golfo de Bengala. Los españoles, a causa del Tratado de Tordesillas, se negaron, y el florentino acudió entonces a Manuel I, quien lo respaldó abiertamente. Vespucio se embarcó en mayo de 1501 en una expedición al mando de Gonzalo Coelho para explorar las Molucas, pero alcanzaron la costa de Brasil y decidieron adentrarse en las nuevas tierras. Arribaron a la bahía de Río de Janeíro, y es probable que siguieran descendiendo hasta alcanzar la actual Patagonia. Vespucio comprobó que las tierras descubiertas no eran una prolongación de Asia, como se creía a raíz de los informes distorsionados de Colón, sino un nuevo continente. La noticia se difundió rápidamente por Europa y el cartógrafo alemán Waldseemüller consideró erróneamente que el continente hallado por Américo Vespucio era otro diferente, separado del encontrado por Colón y le dio el nombre de "América" en su honor. Portugal y España iban tomando posiciones y su rivalidad aumentaba en una carrera expansionista de pronóstico incierto, aunque de perspectivas políticas y comerciales inmensas.



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