domingo, 29 de enero de 2012

La Edad Media


La Edad Media abarca un periodo de aproximadamente 1000 años, los transcurridos entre la caída el Imperio Romano de Occidente (476 d.C.) y la desaparición del Imperio Romano de Oriente (mas conocido como el Imperio Bizantino), tras la caída de Constantinopla en poder del Imperio Otomano en 1453. Durante esta larga época, Bizancio fue la potencia hegemónica del Mediterráneo, que resistió duramente por tierra y por mar el ataque de los pueblos del norte y del este de Europa y, finalmente, del Imperio Otomano. Para la historia de la navegación, la Edad Media fue un periodo poco brillante en Occidente, mientras que en Oriente destacó la talasocracia bizantina y, en el norte, los grandes marinos vikingos.

La caída del Imperio Romano


Pergamino con el mapa de Constantinopla, la capital de Bizancio, durante la época medieval.

En el siglo III d.C. empezó el periodo de decadencia del Imperio Romano. Los historiadores señalan como principal causa de ello la gran estabilidad a la que se había llegado tras la pax romana, que provocó la relajación de las costumbres, un descuido político creciente y la pérdida del sentido elitista de "ciudadanía romana", ya que ésta se otorgaba a cualquier vecino del imperio desde el siglo III d.C. Por otra parte, la creciente presión que ejercían desde el norte los pueblos germánicos creó incertidumbre y evidenció la impotencia de las otrora invencibles legiones romanas para hacer frente a las amenazas de invasión. Por este motivo, en 286, para poder hacer frente a esta amenaza de una forma más efectiva, el emperador Diocleciano dividió el imperio en dos partes, la occidental y la oriental, para facilitar una defensa más eficaz ante las amenazas de los germanos y de los persas. Con el tiempo, hubo dos capitales: Roma en el oeste y Constantinopla en el este.

El dominio de Bizancio en el Mediterráneo



Ilustración alegórica que muestra a Euclides y Ptolomeo. Ambos sabios griegos fueron las máximos exponentes del conocimiento de la astronomía, las matemáticas y la física durante la época antigua. Sus hallazgos constituyeron la base científica con que la cultura mediterránea inició la Edad Media.

El Imperio Romano de Occidente fue incapaz de detener las invasiones de la Galia, Hispania y el norte de África, hasta que sucumbió definitivamente en 476. Esta situación fue precedida por una derrota naval de grandes proporciones, de la que se dispone de pocas referencias históricas. Aconteció en 468, cuando la flota del Imperio Romano de Oriente zarpó de Constantinopla para dirigirse a Cartago y Sicilia, zonas dominadas por aquel entonces por los vándalos. La campaña se organizó para expulsarlos y restituir el poder a los compatriotas occidentales. La flota constaba de 111 unidades y, tras sucesivos combates, fue diezmada, de forma que tan sólo unas pocas naves lograron regresar. Tras la caída del imperio occidental, el imperio oriental pasó a denominarse Imperio Bizantino. Los bizantinos lograron derrotar a los vándalos en Cartago, en el año 553, y recobraron el dominio del mar, perdido 60 años antes. De este modo, Bizancio fue, a inicios de la Edad Media, el símbolo de la civilización mediterránea y basó su poder en una talasocracia similar a la que siglos atrás habían constituido Creta y Grecia, potencias que basaban su poder en el dominio del mar. La flota bizantina no dejó, prácticamente en toda la Alta Edad Media, de contener una invasión tras otra, desde los vikingos hasta las escuadras de Genserico, rey de los vándalos y de los alanos.
Paradójicamente, no se conservan muchas reproducciones o restos de los barcos bizantinos, por lo que no se conoce a ciencia cierta su diseño y estructura. El dromón (galera típica bizantina) fue el más famoso, pero ha resultado casi imposible para la arqueología encontrar huellas de esta efectiva arma naval. El dromón era birreme y armaba un centenar de remos, 25 en cada orden. Era un barco notablemente largo (medía 40 metros de eslora por 7 de manga) que aparejaba velas cuadras. Se cree que, debido a la influencia de las naves asiáticas, las velas cuadras evolucionaron hacia las latinas (triangulares y de cuchillo), que se largaban en dos y hasta tres palos.

El oscuro norte y este europeo

Mientras Bizancio asentaba su poder en el Mediterráneo y en el oriente europeo, en el resto de Europa se vislumbraban otras fuerzas que todavía luchaban en sus propios territorios: los sajones, anglos y justos habían invadido Gran Bretaña y los francos se configuraban como la gran potencia de la Europa occidental. En la península ibérica, anteriormente ocupada por vándalos y alanos, los visigodos acabaron imponiéndose; respetaron las leyes y las tradiciones romanas y adoptaron el cristianismo, por lo que pronto iniciaron contactos comerciales con Bizancio y el resto del Mediterráneo. Esta apertura fue una excepción que contrastó con el aislamiento que prevaleció en Bretaña, Galia Lombardía y Alemania durante la Alta Edad Media.

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